Amo el café. Hay pocas bebidas y alimentos a los que puedo amar y uno de ellos es el café.
Hace un par de años pude disfrutar de un viaje a Tapachula Chiapas, a una finca cafetalera. Realmente lo disfrute, el olor de la finca por la mañana, por la noche, una delicia. Pude conocer un poco del proceso, ya que en Finca Hamburgo tienen un museo del café, deberían ir.
En casa y la oficina tomo mucho café, me encanta el sabor y el efecto en mi cuerpo. Por mi casa hay un café muy bonito, con café excelente y sobre todo barato. A veces voy a Starbucks, pero muy pocas veces.
El fin de semana pasado probe ‘Cielito Querido Café’ y me decepciono. Es muy caro, igual que Starbucks y el cafe el penoso. Ademas el estilo es pretencioso y altanero, pero tirandole a Wannabe ‘Starbucks’. No pienso ir nunca mas.
Pocas cosas cuentan tanto de nosotros, nos hacen sentir tan vivos, nos hacen sentir viciosos mortales y elegidos de los dioses al mismo tiempo, como una buena taza de café. La posibilidad de compartir un profundo momento de superficialidad, banalidad, reflexión, análisis, síntesis, incluso comprensión, cretividad y simpatía, hace del café el mejor cómplice para estar con aquella persona especial, para poder soportar a aquella que apenas toleramos, acerca a los distantes, afianza a los amigos, y permite que podamos adentrarnos más horas en nuestra concentración.
Siempre será bueno saber de un lugar para tomar café. Gracias por la sugerencias, la positiva y la negativa. Ahorita mismo tengo una taza con café junto al teclado. La alzaré a manera de brindis deseándote, a ti y a los tuyos, lo mejor por recordar la importancia de las cosas que vemos tan cotidianas que muchas veces ni siquiera reparamos y apreciamos: la luz de la luna, los rayos de sol o una taza de café junto a quien se quiere. ¡Salud!